Dormir es descansar. Hasta aquí estamos todo de acuerdo, ¿verdad? Pero entonces… ¿por qué hay tantas veces que llegas muy cansada al final del día… y pese a todo te cuesta conciliar el sueño?
Si vives tan cansada que no puedes ni dormir, deberías leerte estos consejos.
Ojo con el nivel de actividad
El ejercicio es sanísimo y debes practicarlo, pero cuando realizamos una actividad física segregamos hormonas que nos proporcionan placer, bienestar… y una ligera excitación. Además, la temperatura corporal se eleva. Si te fijas, son las condiciones opuestas a las que necesita nuestro cuerpo para dormir: un estado de relajación, y una temperatura corporal de bajada (el pico es a media tarde, y desde ahí se va reduciendo ligeramente).
Así que si eres de las que aprovecha para ir a machacarse al gimnasio a las 8 o las 9 de la noche (cuando la vida te deja), quizá tu problema es que no dejas suficiente tiempo a tu cuerpo para relajarse de verdad. Luego te metes en la cama, y como no acabas de conciliar el sueño te pones nerviosa, y entras en una dinámica de mal descanso que solo te hace estar aún más cansada.
Intenta dejar unas 3 horas entre el ejercicio y el acostarse, y ese factor dejará de jugar en tu contra.
La cama es para dormir
Bueno, o para quererse mucho. Pero ya sabes por dónde vamos. Llevarse el móvil a la cama es una mala idea. Ni Twitter, ni Whatsapp, ni un blog, ni correos de trabajo, ni ninguna de las cosas que se esconden en ese móvil, o tablet, o portátil, te ayudan a dormir. Al contrario: excitan, despejan y preocupan. Y eso es justo lo que tu cerebro NO necesita para relajarse y dormir.
La cafeína funciona incluso cuando crees que no
Mucha gente disfruta genuinamente del sabor del café y otros de sus efectos, ya que un café a primera hora te arranca el motor. El problema viene con el abuso, y apenas nos damos cuenta del abuso que hacemos.
Si eres de las cafeteras, seguramente te tomas dos o tres cafés por las mañanas, y otros tantos por la tarde-noche. “No, si es que a mí el café ya no me hace nada”. Bueno… sí que te hace algo. Te aporta cafeína non-stop, con cada uno que te tomas, y eso es un excitante. Llegas a la noche tan cansada que ni siquiera te parece ya que el café funcione… pero prueba a tomarte descafeinados en el turno de tarde, y cuéntanos luego si duermes mejor o no.
Las rutinas nocturnas te harán bien
Los rituales tienen ventajas, una de las cuales es que nos permiten anticipar. Empiezas el ritual y ya sabes lo que vendrá.
Pues bien: dormir necesita un ritual. Cada ritual es particular, dependiendo de tu casa, tus horarios, tu familia y tu forma de ser. Pero cada ritual debe contar, sí o sí, con unos básicos:
- Relajación previa. Prohibido estimular el cerebro. Actividades suaves, pasivas y/o repetitivas: escuchar música relajante, ver alguna serie (no demasiado alta), leer.
- Higiene nocturna: lavarse los dientes no es simple higiene física, sino irse a dormir con la boca fresca e hidratada para el largo rato en el que no vas a beber. Si le sumas una ducha, es casi imposible no dormirse a gusto.
- Comida ligera y lejana: irse a dormir con el estómago lleno no es buena idea, así que priman las cenas ligeras, y con un espacio suficiente entre ellas y la hora de acostarse.
- Oscuridad y silencio: nada de dormir con luz, y si necesitas tele o radio para conciliar el sueño, prográmalas para que se apaguen. Puede que te ayuden a conciliarlo, pero sin duda te lo estropean en fases posteriores.
Cada noche lo mismo, siempre el mismo ritual… y tu cuerpo se irá acomodando y será capaz de anticipar la hora del sueño. Sigue estos consejos a rajatabla durante un par de semanas… y antes de terminarlas ya estarás notando los efectos sobre tu descanso.
Y si a pesar de seguir estos consejos tu cansancio continúa a lo largo del día, te aconsejamos la toma de un complemento alimenticio como Astenolit, que ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga, favorece el metabolismo normal y contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso e inmunitario. Elige tu Astenolit: Clásico, Dinamic o Recuperación 1 toma al día, preferentemente por la mañana con el desayuno, durante 12 días. ¡Funciona!
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