¡Abrígate que hace frío!, ¡No salgas con el pelo mojado! ¡Ponte la bufanda que te vas a resfriar! Todos hemos escuchado estos consejos en otoño, cuando llega el frío. Y es que es creencia popular que con el frío las posibilidades de caer enfermo aumentan, pero ¿es cierto?
El frío por si solo, no nos hace enfermar. Las enfermedades como las gripes y resfriados las causan los gérmenes como virus y baceterias. Por tanto, habría que preguntarse ¿cómo afecta el frío a los gérmenes?
La humedad, el calor y la radiación solar son dañinos para los gérmenes. Hacen sus estructuras más inestables, haciendo que su vida fuera de un huesped al que infecten sea más corta. Por tanto la reducción de temperatura, humedad y horas de luz solar que se producen en otoño e invierno, hacen que los virus y bacterias puedan vivir más tiempo fuera.
Por otro lado, el frío tiene efectos fisiológicos en nuestro organismo. Ya que debemos mantener nuestros organos a una temperatura de unos 37 grados para que funcionen correctamente, cuando el ambiente se enfría, nuestro cuerpo concentra el flujo de sangre en aquellas zonas más vitales. Esto hace que se reduzca en la parte alta de nuestras vias respiratorias. Al circular menos sangre, llegan menos células de nuestro sistema inmune, haciendo estas partes más vulnerables a una infección.
Hay otro factor en el que el frío nos influye a la hora de contraer enfermedades. En estas épocas del año, pasamos más tiempo en lugares cerrados: ya sea en casa, trabajo, transportes publicos… con poca ventilación para mantener el calor. Como los resfriados se transmiten por el aire, este hacinamiento que se produce en epocas frías nos deja más expuestos a los gérmenes.
En resumen, aunque el frío por si sólo no nos hace enfermar, si que favorece que contraigamos una infección, ya que con el frío, los germenes viven más, nuestras vias respiratorias son más vunerables y estamos más expuestos a virus y bacterias.
Aún así es posible evitar los resfriados. Para ello debemos abrigarnos bien, intentando mantener nuestra temperatura corporal estable. Pies, manos y cabeza son los principales puntos de fuga del calor asi que más importante que una bufanda, es usar guantes, gorro y un calzado apropiado.
Una buena ventilación en el trabajo y el hogar también ayuda a evitar los resfriados. Abrir las ventanas durante media hora por las mañanas, renovará el aire de casa. En el trabajo, abriendo las ventanas cada 2 horas durante 10 minutos se consigue reducir la posibilidad de contagios. Si no fuese posible, unos sistemas de ventilación limpios son muy eficaces.
Por último, mantener altas nuestras defensas hará que a pesar de todo, sea más difícil que nos infectemos. Para ello es recomendable una dieta sana y equilibrada, dormir lo suficiente y evitar el estrés.
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